Mi Reflexión sobre mensaje de Su Santidad Benedicto XVI, Jornada Mundial de Comunicaciones Sociales
- Martharis Rivas Reyes
- 7 may 2020
- 4 Min. de lectura
REFLEXIÓN Y APRENDIZAJE del Mensaje de Su Santidad Benedicto XVI para la XLVI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales: “Silencio y Palabra: camino de evangelización”
Para el 20 de mayo 2012.
En esta reflexión personal que hoy le comparto de este mensaje que Su Santidad Benedicto XVI ha propuesto con mucho discernimiento y de manera acertada para los tiempos de hoy y los retos que tenemos que enfrentar para el anuncio del evangelio a través de los medios de comunicación social, he seleccionado frases del mensaje que para mi recoge la parte central del mismo:
Cuando palabra y silencio se excluyen mutuamente, la comunicación se deteriora, ya sea porque provoca un cierto aturdimiento o porque, por el contrario, crea un clima de frialdad; sin embargo, cuando se integran recíprocamente, la comunicación adquiere valor y significado. En nuestras vidas todos hemos sido de alguna manera excluidos por no decir lo que teníamos que decir o por no hacer silencio en el momento de hacerlo, esta frase del mensaje nos invita a valorar el uso cuidadoso de las palabras para que edifiquen y para que el uso del silencio nos ayude a no crear un alejamiento en el hermano, a ser fraternos y solidarios con nuestras actitudes que transmiten mensajes de comunicación afectiva y efectiva en la relación interpersonal de los seres humanos. De esta manera, la comunicación de lo que hacemos y decimos toman significados de valor cuando se unen a la palabra de Dios.
El silencio es parte integrante de la comunicación y sin él no existen palabras con densidad de contenido. En el silencio, por ejemplo, se acogen los momentos más auténticos de la comunicación entre los que se aman: la gestualidad, la expresión del rostro, el cuerpo como signos que manifiestan la persona. Es muy cierto que cuando hacemos silencio de labios y de mente, le damos apertura a nuestro sub-consciente para que vuele y nos ayude a encontrarnos a nosotros mismos a descubrir quienes somos realmente; a encontrar a Dios en nuestro interior y comenzar a conocer esa dimensión espiritual que tenemos como Seres Humanos que somos templo del Espíritu Santo. Cuando descubrimos a Dios en nuestro interior y la presencia divina del Espíritu Santo, podremos entender que el amor no es un sentimiento, es una acción real que se comunica, que se transmite, que se da, que se expresa, que se manifiesta. Y esta experiencia con Dios en el Silencio nos conmueve tanto que no tenemos las suficientes palabras para transmitirlo, pero que al mismo tiempo, se unifica con el silencio esas pocas palabras que tenemos que se unen y dan claridad para darle significado dentro de nosotros mismos, que nos mueve a tener certeza de que es el amor de Dios actuando en nuestras vidas.
En el silencio de la cruz habla la elocuencia del amor de Dios vivido hasta el don supremo. Después de la muerte de Cristo, la tierra permanece en silencio y en el Sábado Santo, cuando “el Rey está durmiendo y el Dios hecho hombre despierta a los que dormían desde hace siglos” (cf. Oficio de Lecturas del Sábado Santo), resuena la voz de Dios colmada de amor por la humanidad. Dios es Amor, pero lo sabemos no solo porque está en la palabra de Dios, sino porque si vivimos un encuentro personal con el que se entregó por amor, vamos a reconocer que Dios ha depositado en silencio un llamado a todos los seres humanos a amar a Dios sobre todas las cosas, con todo el corazón y con todas sus fuerzas y también ha dedicado un espacio en el Ser humano a descubrir el amor al prójimo como a el mismo. El que descubre el amor de Dios, Descubre su amor propio a través de la Muerte, Pasión y Resurrección de Jesús y por eso tiene la certeza de que Jesús le ha redimido, que da Vida y ve la salvación como un proceso de santificación.
Palabra y silencio. Aprender a comunicar quiere decir aprender a escuchar, a contemplar, además de hablar, y esto es especialmente importante para los agentes de la evangelización: silencio y palabra son elementos esenciales e integrantes de la acción comunicativa de la Iglesia, para un renovado anuncio de Cristo en el mundo contemporáneo. Esta reflexión nos recuerda que tenemos que desarrollar nuestra capacidad de escucha y eso se logra cuando sabemos hacer silencio, a través de la palabra de Dios vamos a entender con claridad que el nos habla hoy a contemplar la Vida de Jesús en su misterio de silencio que el también practicó en su Pasión, Muerte y Resurrección. Jesús con el silencio muchas veces mostró la caridad, y supo comunicar su capacidad de escucha y comprender a sus discípulos. Hoy estamos llamados a practicar el Silencio en torno a la Palabra de Dios, dejarnos guiar por esa espada que es el Espíritu Santo. La iglesia Católica se ha mantenido unida comunicando con certeza en el silencio y a la luz de la Palabra de Dios; lo podemos verificar a través de la historia y la permanencia del magisterio de la iglesia hasta hoy día.
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